domingo, de 23 de septiembre 2012
El ministro Wert, a quien espero Dios tenga en la
gloria cuando sea necesario pues aquí mejor que no hubiéramos tenido
conocimiento, ha hecho una nueva reforma educativa. Dice que en ella intenta recomponer la figura del
aprendiz pero bajo unos conocimientos profesionales previos. No estoy en
condiciones de decir si tiene razón o no, pero en todo en la vida hay un tiempo
de aprendizaje y en él, un analista con ojo podría visionar, con buena dosis de
acierto, si aquel aprendiz podrá alcanzar nivel o no. El arte no es
elemento ajeno a esta tesitura y las exposiciones de Chari Orta y Armando
Molina que estos días exponen en
nuestra región, lo demuestran.
La gente del
San Lucas está llevando a cabo una tarea ingente, y a buen seguro poco
agradecida, en lo que atañe al campo expositivo de Mataró. Inteligentemente establecieron como tres niveles
en sus espacios expositivos. El de máximo
nivel, la joya de la corona, en la sala del Colegio de Aparejadores. El nivel medio en la Sala de la Prisión, y el
último nivel en la sala del Casal Alianza. Pero el quid de la cuestión está en definir quién
debe exponer en cada lugar. Y aquí es donde está el peligro de errores, como
lo ha sido, a todas luces, proponiendo a Chari Orta como protagonista de la sala de la Cárcel.
Ver la
invitación de su exposición no presuponía nada bueno, pero el resultado final
es demoledor, convirtiendo su muestra en una de las peores que el Santo Lucas
ha hecho en bastantes años. Falta de cabeza calidad y rellena de todos los
defectos, Chari Orta es el ejemplo perfecto del aprendiz al que todavía le
falta todo para poder hacer el primer paso para individualizar y hacer una
exposición.
Algunos pueden
pensar que esta crítica es tan demoledora como destructiva y yo pienso
justamente lo contrario. Un
"palo" como este puede servir para que la autora reflexione y vea lo
mucho que le queda aún por delante para poder desarrollar de forma correcta su
afección y si no lo ve, peor para ella, pero en muchos casos los eufemismos son
un flaco favor. Y este es uno de ellos.
Ahora, sólo
queda hacer un pequeño toque al San Lucas para que afine en su programación,
sin cesiones a cualquier tipo de concesión. La sala de la
Cárcel ha atesorado suficiente nivel como para dañarlo con exposiciones tan
penosas como las de Chari Orta.
En Argentona, en "Arte y Gent", el caso es diferente. Expone el
madrileño Armando Molina que también es jovencito en esto del campo
expositivo. Proveniente de diversos oficios, ha visto y
creído que en el arte está su verdad y su futuro, y ya se ha lanzado en cuerpo
y alma. Pero como decíamos antes, está el aprendizaje
previo que significa no sólo un componente práctico y técnico, sino también un
componente ideológico, y si en el caso anterior fallaban los dos componentes en
este caso hay un componente interior que nos permite vislumbrar futuro, y nos deja la ilusión de que en su progreso puede existir el suficiente artista
como para protagonizar exposiciones mucho más importantes.
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